Nairobi
Nairobi duerme
su cuerpo derramado
es un canto impronunciable
entre las sábanas
despertando la quietud
de ciudades devastadas
bajo sus pies
y un leve bostezo
de ángeles invisibles
trasnochados por la vigilia
afuera la ciudad
es otro felino lento
huyendo de su sombra
Nairobi duerme
sobre su piel rendida
palpitan manantiales
mariposas nocturnas
y díscolos
pájaros de humo
entre jardines
dócilmente cerrados
y prohibidos
tocarla es despertar
lobos azules bajo la luna
como quien penetra
el ávido resplandor
de la penumbra
y de pronto
hay un frágil alboroto
de flores silvestres
y frutos desnudos
esparcidos en su lecho
bosque tibio
de pétalos y niebla
madriguera salvaje
deshojada por la noche
Nairobi duerme
y desde aquí
los rincones de su habitación
prolongan la marea
del amanecer
hacia otra orilla
de arena y espuma
propicios para el naufragio
pero ella duerme
ajena al tiempo
y a los espectros insólitos
del mundo que perturba
atravesando mi desvelo
y el leve murmullo
distante de su sueño
ignora que me deja este poema.
© Dylan Forrester